Seguro que todo el mundo lo ha experimentado al menos una vez: en estos momentos, en los meses de julio y agosto, el verano es a menudo cálido e incluso caluroso, y muy seco. Ni una nube de lluvia nubla el cielo azul. Como jardinero, no se puede seguir cargando con las regaderas, y los agricultores vuelven a quejarse de las malas cosechas a causa de la sequía. El peligro de incendios forestales también está aumentando: lo oímos continuamente en las noticias.

Así que un buen chaparrón o incluso una tormenta de verano viene muy bien, ¿verdad?
Por un lado, sí, pero estas condiciones meteorológicas encierran otro peligro en el que quizá no se piense inmediatamente: las lluvias intensas con cantidades de agua extremadamente altas en un espacio reducido, es decir, al menos 25 litros por metro cuadrado en una hora.